© Paulovich AL INICIARSE AYER EL MES DE DICIEMBRE, me pareció oportuno hablar por teléfono con mi esposa que vive temporalmente en España para hacerle recuerdo del envío de su remesa correspondiente al presente mes. He aquí un resumen de nuestra conversación.
– Buenos días tesorito mío, hablas con tu cholito adorado que te extraña mucho.
– Hola cholito mío, ¿cuándo vendrás a visitarme? Yo también te extraño mucho, sobre todo en las frías noches de este invierno anticipado.
– Yo quisiera viajar de inmediato, pero el Evo Morales me necesita porque las elecciones se realizarán dentro de 16 días y sería una irresponsabilidad abandonarle ahora y dejarle en manos de García Linera.
– No me vengas con tonterías. ¿Vendrás a verme para pasar juntos la Navidad y el Año Nuevo?
– De eso te quería hablar porque estoy con los bolsillos planchados y no puedo viajar ni siquiera a Achacachi por falta de platita.
– ¿Y no te da vergüenza pedirle plata a tu mujer?
– No te pido plata, sólo quería hacerte recuerdo que hoy es 2 de diciembre y fui al banco con la esperanza de recibir tu remesa voluntaria correspondiente al mes que comienza y la empleada me dijo que no había llegado nada. Lo que más te pido es que no juegues con mis ilusiones y que recuerdes siempre lo que te dije cuando nos casamos "que la mujer que no da plata a su marido trae mala suerte".
– Está bien, mañana te enviaré la remesa, pero dime ¿cuándo dejarás de pedirme plata?
– Tengo una buena noticia, tesorito mío: acabo de leer en un periódico que Bolivia reducirá su extrema pobreza a la mitad dentro de 26 años.
– ¿Quién te ha dado esa noticia tan feliz...?
– El señor Wilson Jimenez, subdirector del Sector Social de la Unidad de Análisis de Políticas Económicas y Sociales de Bolivia.
– ¿Y no lo has mandado a la eme a ese señor subdirector del Sector Social etcétera, etcétera, etcétera?
– ¡Cómo se te ocurre tal grosería, amadita mía! Al contrario, le he agradecido por tan buena noticia que me indica con claridad que dentro de 26 años, o sea en el año 2031 seré la mitad de pobre que soy ahora. Ese año feliz ya no te pediré plata, o te pediré sólo la mitad de lo que me das ahora voluntariamente y con gastos sujetos a tu fideicomiso.
– Y qué edad tendrás en el año 2031?
– Ese año cumpliré, si es que no me equivoco, solamente 104 años, o sea que seré un jovenzuelo de la tercera edad. ¿No crees que es una excelente noticia que debería alegrarnos a ti y a mí...?
– Realmente eres un viejo cojudito y no sé cómo pude casarme contigo, cholito mío.
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