LA REPÚBLICA DE AYO AYO

© Paulovich

NO SE CREA QUE YO LEO LOS PERIÓDICOS Y ESCUCHO LAS radios sólo para enterarme de las noticias; yo vivo las noticias y vibro con ellas hasta sentirme protagonista o testigo complicado con las mismas, y cuando las noticias son disparatadas o incongruentes mi existencia se torna incongruente y disparatada.

Eso me sucedió hace un par de días cuando me enteré por la prensa de que el pueblo de Ayo Ayo, distante sólo a 70 kilómetros de la Plaza Murillo de la ciudad de La Paz, conformó su propio gobierno y creó su Policía propia para manejar sus destinos luego de que los patriotas ayoayenses asesinaron a su Alcalde y lo cremaron y ahora exigen la libertad de los protagonistas de tales hechos.

Ese momento supremo salté de mi lecho conyugal y poniéndome en posición de ¡firme! quise entonar el himno nacional de Ayo Ayo, y como éste todavía no ha sido compuesto empecé a cantar las vibrantes notas de una cueva cuya letra dice: "Viva mi patria Ayo Ayo, una gran nación, por ella doy mi vida, también mi corazón...".

Sorprendida mi esposa al advertir que gruesos lagrimones rodaban por mis mejillas al entonar la patriótica canción, me preguntó qué había sucedido y conteniendo apenas mi euforia patriótica pude responderle con mi mano derecha colocada sobre mi corazón: "acaba de nacer la República de Ayo Ayo en el Altiplano paceño y pronto nacerá la República de Achacachi, a la que seguirá la República de Patacamaya, y eso me obliga a abandonar mi cómodo y tibio lecho conyugal para incorporarme al Ejército Libertador".

Mi mujer creyó que yo bromeaba y me manifestó chungonamente: "no te hagas el Murillete ni el Bolivaracho porque esos tiempos ya pasaron y no se crearán nuevas repúblicas en América Latina porque veintiuna o más ya son suficientes y más nos valdría crear bloques regionales para progresar y ser más significativos".

No podía pensar de otra manera una descendiente directa del monarca español Fernando, Rey de Aragón, así que no hice caso de sus palabras, me vestí con mi pantalón de la Diablada que es lo más parecido que tengo a uno de los uniformes de Simón Bolívar, una chaqueta militar que me regaló el general Banzer (QEPD), unas botas de charol que pertenecieron a mi esposa, y monté en mi brioso caballo, perdón, en mi briosa motocicleta llamada "La pedorra", y me dirigí a la nueva República de Ayo Ayo.

Al llegar a la capital (que lleva el mismo nombre) me esperaban los miembros de la Policía Sindical "El Mallku Felipe Quispe", a quienes saludé militarmente mientras ellos lo hicieron con el puño en alto como saludaban los republicanos españoles en la guerra civil del siglo pasado, y no pude menos que arengarlos con palabras fervientes y plenas de emoción libertadora: "Ayoayenses: He venido desde lejanas tierras montado en mi moto `la pedorra" para unirme a ustedes en su lucha por la independencia de Ayo Ayo y otras comunidades altiplánicas del yugo español y boliviano que nos esclaviza. Lucharé con ustedes hasta las últimas consecuencias y mi brazo no descansará hasta consolidar la República de Ayo Ayo y otras que se crearán en el Altiplano. ¡Para concluir ayudadme a decir ¡Viva Ayo Ayo! ¡Viva el Bolívar Campeón!".

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